Los últimos años, la densidad poblacional en Santiago de Chile ha tomado gran importancia como tópico urbano y arquitectónico, pero también económico, político, social y medioambiental. Su gran repercusión tanto positiva como negativa ha generando grandes opiniones contrarias de expertos, lo que nos hace pensar, ¿Debemos densificar Santiago?
La capital chilena se ha conformado a partir de diversos planes reguladores, generando límites, determinando avenidas principales, y proponiendo leyes que regulen el tipo de construcción según el sector, sin embargo, la gran demanda de la ciudad no ha permitido el establecimiento de una trama organizada y funcional para la sociedad actual, causando centralizaciones con gran aglomeración y baja calidad de vida en sectores con mayor conectividad y accesibilidad.
El centro santiaguino presenta grandes oportunidades en cuanto a cercanía frente a servicios básicos, sin embargo, el gran alcance del sector en cuanto a gusto y necesidad ha generando una densidad poblacional alta, la cual presenta beneficios y desventajas.
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El arquitecto Marcial Echenique señaló en una entrevista con Pauta que la densificación es el gran problema de la ciudad chilena, en base a la limitación de construcción a través de un anillo estructurado por el Plan Regulador Metropolitano, generando hacinamiento en el área interior.
Según el urbanista, la densidad en base a la elección del individuo frente a la conectividad o la preferencia de una vivienda sin jardín se justifica, pero no se puede obligar a vivir en alta densidad a una población que no lo decide. Por otro lado, se menciona la congestión que genera la densidad, afectando a calidad de vida del individuo en cuanto a tiempos de viaje y falta de períodos de ocio, pero gracias a los sistemas de autopista esta situación se ve mejorada en cuanto a efectividad temporal.
Echenique hace hincapié en lo caro que es vivir en densidad, ya que la poca oferta y alta demanda eleva el precio de las viviendas, además de generar un costo de vida mayor frente a las mantenciones de los espacios. Se plantea la solución de generar subcentros para dividir a la población y los bienes básicos, y así conectarla a través de vías para permitir una movilidad óptima.
Densificar
Recientemente, el tema ha sido difundido en diversos medios. En el artículo "Expandir o densificar la ciudad: un debate abierto" publicado en El Mostrador, se habla de lo perjudicial que es expandir la ciudad, en base a la segregación y aislamiento de ciertos barrios, como sucede con Bajos de Mena, población compuesta por viviendas sociales, la cual presenta baja conectividad a la centralización santiaguina, y escasez de accesibilidad a bienes básicos.
Se vela por una densificación controlada llamada "ciudad compacta", la cual apela a generar la mayor cantidad de construcciones de diverso fin, en el mejor espacio posible, para promover la economía y sustentabilidad. Al mismo tiempo, busca promover la conservación de los espacios naturales, evitando la construcción masiva, y por consiguiente, la expansión urbana y el uso de transporte, generando una especie de ciudad de 15 minutos, donde todas las necesidades quedan a una corta distancia.
Dentro de esta opinión se encuentra Albert Ferre, autor del libro “Vivienda Total: Alternativas a la Dispersión Urbana”, quien vela por la densidad poblacional en base a un mejor estilo de vida para el individuo, en cuando a efectividad y eficacia del tiempo de las personas.
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